miércoles, 5 de octubre de 2016

Hakagure: El camino del Samurai




Uno de los Samurái de Matsudaira Sagami No Kami estaba
en una pensión en Kyoto para recoger dinero. Un día que estaba en el portal viendo pasar a la gente, oyó a un transeúnte gritar: «Se dice que los hombres del Señor Matsudaira están enzarzados en un combate.» El Samurái se dijo: «Es muy lamentable que mis compañeros estén implicados en un combate. Estos deben de ser los que tenían que ir a relevar a los que estaban de servicio en Edo». Se informó sobre el lugar del combate y cuando llegó jadeante, sus compañeros habían sido heridos ya por sus adversarios, que estaban a punto de darles el golpe de gracia. Acompañando su ataque de un grito, golpeó a
dos hombres y regresó a Kyoto. Este asunto llegó a oídos del oficial del Shogún que mandó llamar al Samurái para preguntarle: «Habéis ayudado a vuestros compañeros, desobedeciendo con ello al edicto del Gobierno. ¿Cómo es eso?». Él contestó: «Vengo de la provincia y me es difícil entender lo que su Señoria me dice. ¿Podría volver a repetirlo?» El oficial enfureció y dijo: «¿Está usted sordo? ¿Habéis estado implicado en una pelea, derramado sangre y desobedecido el decreto gubernativo, quebrantando las leyes, sí o no?» El hombre contestó: «Ya había comprendido todo esto. Aunque lo afirméis, yo no he desobedecido voluntariamente a las leyes y no he tenido intención de desobedecer al gobierno. La razón de ello es que todo ser viviente concede a la vida cierto precio y desde luego lo mismo ocurre con los seres humanos. Por mi parte, doy un gran valor a la vida humana. Pero he oído que mis compañeros estaban en peligro y hacer ver que uno no se ha enterado de nada no es digno de la Vía del Samurái. Por ello he corrido para socorrer a mis compañeros. Volver a mi casa, con la vergüenza en el corazón, sabiendo que mis amigos han sido asesinados, habría prolongado desde luego mi vida, pero era desobedecer a la Vía. Para seguir la Vía, uno debe sacrificar su preciosa vida. Es debido a esto, a respetar a la Vía y no por despreciar el reglamento, que decidí ir allí. Os ruego, ahora, que procedáis a mi ejecución.» El oficial quedó impresionado,archivó el asunto y escribió al Señor Matsudaira: «Tenéis un valiente Samurái a vuestro servicio. Espero que lo sabréis cuidar como se merece».


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