miércoles, 13 de febrero de 2013

Endechas

Bella zagaleja 
del color moreno, 
blanco milagroso 
de mi pensamiento; 

gallarda triguera, 
de belleza extremo, 
ardor de las almas 
y de amor trofeo; 

suave sirena, 
que con tus acentos 
detienes el curso 
de los pasajeros; 

desde que te vi 
tal estoy, que siento 
preso del albedrío 
y abrasado el pecho. 

Hasta donde estás 
cuelan mis deseos 
llenos de afición, 
y de miedos llenos, 

viendo que te ama 
más digno sujeto, 
dueño de tus ojos, 
de tu gusto cielo. 

Mas ya que se fue, 
dando al agua remos, 
sienta de mudanza 
el antiguo fuero. 

Al presente olvidan; 
y quien fuere cuerdo, 
en estando ausente 
téngase por muerto; 

y pues vive el tuyo 
en extraño reino, 
por ventura esclavo 
de rubios cabellos, 

antes que los tuyos 
se cubran de hielo, 
con piedad acoge 
suspiros y ruegos. 

Permite a mis brazos 
que se miren hechos 
hiedras amorosas 
de tu airoso cuerpo; 

que a tu fresca boca 
robaré el aliento, 
y en ti transformado, 
moriré viviendo. 

Himeneo haga 
nuestro amor eterno, 
nazcan de nosotros 
hermoso renuevos. 

Tu beldad celebren 
mis sonoros versos, 
por quien no te ofendan 
olvido mi tiempo.

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