lunes, 1 de julio de 2013

El buen habito de la lectura

Si nuestro cerebro fuera como uno de esos teclados gigantescos que se tocan con los pies y cuyas teclas se encienden mostrando diversos colores al ser accionadas, ahora mismo, mientras lees estas lineas, estarían encendidas tres áreas de la corteza exterior: el lóbulo frontal, encargado de procesar imágenes, el lóbulo occipital, encargado de asociar los símbolos que percibimos (las letras) con un significado; y finalmente, el lóbulo temporal, cuya tarea es hacer una equivalencia fonográfica de lo leído como si escucháramos un discurso o leyéramos en voz alta.

Si hacemos una reducción un poco simple de la inteligencia a una cuestión aritmética (mayor capacidad cerebral, mayor inteligencia), ¿Podemos plantear que leer nos hace más inteligentes? Un estudio reciente llevado a cabo por el Dr. Manuel Carreiras de Basque Center on Cognition Brain and Language sugiere que sí.

Carreiras realizó un estudio entre ex guerrilleros colombianos como parte de un programa de alfabetización para reincorporarlos a la sociedad. El científico español comparó los cerebros de adultos antes de cursar dicho programa y después.

La prueba fue contundente: los adultos alfabetizados mostraron un incremento importante en la materia gris (la densidad neuronal) y en la materia blanca (encargada de conectar los dos hemisferios del cerebro). Ambas áreas del cerebro están relacionadas con el procesamiento visual, fonológico y semántico. Precisamente las tres áreas de especialidad en las que el cerebro distribuye la tarea de leer.

Además de que aprender a leer resulta para el cerebro lo que la espinaca para popeye, la lectura es nada más y nada menos que una fuente para experimentar la realidad virtual. Esto último nos vuelve más veloces de mente y permite que nuestra experiencia sensorial sea más rica y amplia.

Por su parte, el Dr. Jeffrey Zacks, investigador de la universidad de Washington, llegó a la conclusión de que para procesar las palabras que son captadas por el ojo, el cerebro realiza una simulación, valiéndose de todas las experiencias que ha adquirido previamente; es decir, pone en marcha las zonas del cerebro necesarias para experimentar.

Sin embargo, no el estudio de Carreiras ni el de Zacks arrojan a la luz sobre los valores culturales que la lectura trae consigo. A pesar de que el estudio de Zacks fue realizado leyendo a los sujetos un cuento clásico estadounidense, no tenemos ningún indicador que nos permita suponer, que leer Cien años de soledad tiene una relevancia mayor que leer la Sección Amarilla.

La profesora Maryanne Wolf, directora del Center for Reading and Language Research y autora del ya clasico Proust and the squid. The Story and Science of the Reading and Brain, nos habla de la importancia de leer textos ricos en vocabulario y profundos en su contenido, así como de los posibles peligros que acompañan a la era digital.

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